Lambaré. — Carolina González, concejala colorada y esposa del exdiputado Orlando Arévalo, se lanza como precandidata a la intendencia de Lambaré, en medio de un clima social cargado de indignación. Su campaña arrancó con una fiesta ostentosa por su cumpleaños, en la que se mostró como una figura renovada y rodeada de seguidores, en lo que muchos calificaron como un “acting de popularidad”.
Pero la polémica no tarda en rodearla. Su esposo, Orlando Arévalo, renunció tanto a su banca en Diputados como al Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados tras verse acorralado por graves causas judiciales que incluyen lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, entre otros delitos. Aunque González no ha sido formalmente imputada, su cercanía con el escándalo es ineludible, y el repudio ciudadano va en aumento.
“Carolina no tenía ni para su nafta y ahora aparece tuneada como una Barbi millonaria”, denunció una vecina de Lambaré que asegura conocerla desde hace años. “Todos sabíamos de los supuestos títulos falsos. Hoy vive como reina gracias al saqueo”, añadió.
Desde la Seccional 1, dirigentes como Marcial Caballero expresaron su rechazo frontal:
“Es una actitud caradura y descarada. ¿Con qué cara se presentan como opción? Somos colorados decentes y nos estamos organizando. Estamos hartos de ladrones, de farsantes como el intendente Guido y esta señora. Quieren seguir robando a Lambaré. La ciudad está destruida, más olvidada que Asunción”.
A pesar de haber perdido el respaldo del movimiento oficialista de Horacio Cartes, González insiste en su candidatura, apostando a que el aparato electoral y el clientelismo aún le alcancen para competir en las internas.
La candidatura de Carolina González no solo es un reflejo de la impunidad que reina en ciertos sectores políticos, sino también un llamado de atención a los ciudadanos: ¿permitiremos que la misma casta que arruinó la ciudad vuelva a sentarse en el poder?